domingo, 2 de julio de 2017

Sobre Pepino... Sobre Vos...Sobre los Sueños

Llevaba años recorriendo las calles de ese barrio. Cada tanto lo tiraban lejos para que no molestara más pero el siempre volvía. Un día se cansó de caminar y quedó allí echado. Allí donde lo encontraste. Le pusiste un nombre: Pepino, porque te pareció dulce. Y empezaste a pedir por él.

Pronto lo llevaste al veterinario. Llegaste llena de esperanza, con la felicidad que te produce sentir que estás salvando una vida, otra más. Agradeciendo al cielo por haber podido hacerlo.
Dolorido, lastimado, enfermo. Pero él se recuperará y volverá a creer en los seres humanos porque su futuro estará lleno de amor. Será adoptado y cuidado. Conocerá por fin un hogar.


Cuando estás en este momento del rescate,mirás a los ojos al veterinario, comiéndote las uñas y con un vacío en el estómago. Esperás que te mire sonriendo y transforme tu ansiedad en tranquilidad, esperás que tome tu mano y te diga que todo va a estar bien. Solo una lesión cutánea,solo leishmaniasis, solo sarna, solo desnutrición. Pero tu vete no te mira. Él lo mira a Pepino...y suspira. Y vos también suspirás, porque supiste desde el primer momento que no se trataba solo de lo que decías al principio. Sabías que era mucho, mucho, mucho más grave.

Vos conocés a tu vete. Has aprendido a reconocer el significado de cada ceño fruncido, de cada palabra que sale de su boca. Y sabés mucho de perros rescatados. Has visto mucho debajo de la brillante luz de la mesa de examinar animales, muchas cosas que no habías visto antes.

Pero en este momento estás esperando un milagro.Que la que teme sea tu ansiedad, no tu experiencia.

Y cuando el vete se da vuelta, baja la cabeza y se toma un momento antes de anunciarte lo que no querés oir..., vos deseás poder ir atrás en el tiempo, rebobinar y cambiar el libreto como si estuvieras en una película o en un sueño, donde lo que ocurre no es real y que la pesadilla va a terminar. Te podés imaginar a Pepino felizmente adoptado, saludable y feliz, corriendo y jugando.

Libre de todo lo que le será privado.

El vete sigue hablando pero no lo escuchás. Palabras como tumor pancreático , falla de hígado, necrosis epidérmica...suenan como un mal chiste. y estás deseando que se deje de bromear y te diga cuándo empieza el tratamiento porque has soñado con el futuro de Pepino tanto, que la fantasía casi se vuelve realidad y te has convencido que todo va a estar bien. Por eso te enojás tanto con el vete por arruinarte esta realidad. Tanto te enojás, que sentís que lo odias.

Lo odiás porque habla, lo odias porque no está llorando con vos,los odiás porque no toma tu mano, nadie está allí para tomar tu mano. Te sentís tan débil, pero sos la que tiene que estar fuerte por ese perro que rescataste y tenés abrazado mientras escuchás las palabras que no querés escuchar.

No podés permitir que Pepino se de cuenta que algo funciona mal así que lo abrazás y le seguís hablando y te empezás a enojar con él, por no pedir ayuda antes, como si pudiera... Te enojás porque es tan dulce y gentil, tan paciente, tan calmo y eso lo hace más duro para vos. Pero no se trata de vos, nunca se trató de vos, ni nunca se tratará. Todo se trata de él, y de los demás como él.

Y mientras lo despedís, vienen a tu cabeza los otros. Ésos que están esperando una oportunidad, en medio de la calle y el frío. Y no podés evitar ponerte a soñar. A soñar con eso.

A soñar un sueño donde siempre haya un final feliz.

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NOTA: Basado en un relato de http://theorphanpet.com/



martes, 29 de marzo de 2016

El Brillo del Amor

Estoy en mi campaña de difusión de la lucha contra el moquillo. Todos sabemos que esta es una temible enfermedad que se lleva a muchos pero también sabemos que la eutanasia ya no es una opción. Que los moquillosos, como me gusta llamarlos, pueden recuperarse, salir adelante y tener una vida muy feliz.

Nuestra Fanpage  https://www.facebook.com/EfectoEsperanza/


Parte de mi campaña es invitar a quienes han tenido una experiencia exitosa para compartirlas entre todos y asi, difundir y dar a conocer que darle pelea vale la pena. Te confieso que es algo muy conmovedor, leer una a una, estas historias de lucha, amor y triunfo. Cada pequeña historia es como un mundo en el que sólo están el perrito y el humano. Frente a frente. Y en el medio: el moquillo. Se ve en cada caso la marca que ha dejado esta experiencia que generalmente se traduce en un enamoramiento profundo con el enfermo que ya está sano. Así que, mientras coloco el cartelito de MOQUILLO VENCIDO!... sonrío y sonrío.

Hoy recibí la historia de Francis, un perrito protegido de las chicas de Perritos Rodeo de la Cruz. Era una historia agridulce, este enano de un año logró vencer al moquillo pero luego fue atropellado y  murió. Y me escriben:
"Francis fue un ejemplo de lucha y valentía ante esa enfermedad que se lleva a tantos perritos. A él no lo venció el moquillo, a él lo venció la calle. No tuvo la suerte de tener un hogar. Sin dudas no se fue sin conocer el amor porque nosotras lo amamos (y nuestras familias te juro que también) y nos consideramos su familia. Pero sí se fue sin tener una casa. Le dimos todo lo que pudimos, pero no le dimos la casa que tanto necesitaba."
La tristeza de sentir que no habían cumplido con Francis era tan tangible que me sacudió. Llegó a mi taller, flotó por mi casa, me rodeó mientras flotaba, me hizo llorar. Lloraba por ellas. Porque esa historia era un canto a la Vida, ellas son un canto a la Vida. Ellas no podían entristecerse asi.

A Francis lo encontraron enfermo frente a la Iglesia de Rodeo, por eso el nombre. "Un nombre tierno para un perrito tierno, hermoso, cariñoso." Como no tenían movilidad, en sus brazos lo llevaron hasta la vete más cercana. A pie.
Empezaron a pedir por un hogar de tránsito pero no se les dió. Por eso a las pocas horas regresaron equipadas con cajas y materiales para improvisarle una cuchita. Una y otra vez porque la cucha siempre aparecía destrozada.
"Teníamos que ir a ver a Francis cada 4 hs pero no siempre lo encontrábamos!! Nos desesperaba la situación. Sabíamos que si no le dábamos la medicación como debía ser, Francis no se iba a recuperar. Pedíamos tránsito intensamente pero no conseguíamos.
Encontramos por la zona un lote. Muy caraduras, pusimos dos cajas grandes de madera con un cartel pidiendo disculpas pero que no sacaran al perrito, que si necesitaban que lo sacáramos nos llamaran (y nuestros números).
Y ahí dejamos a Francis... Nos partía el alma tener que dejarlo encerrado en esas cajas pero sabíamos que era por su bien y por el de los demás perros, ya que el moquillo es muy contagioso.
Nos hicimos turnos para medicarlo y para sacarlo de las cajas para que corra por el lote. Íbamos a ver a Francis a las 7am, a las 10 am, a las 13, a las 15, a las 17, a las 20 y a las 23. Cada vez que llegábamos, nos recibía con una alegría increíble. No nos hacía sentir culpables por dejarlo encerrado ahí, bonito. Era tan hermoso Francis..."
Te das cuenta lo que hacían estas muchachas? Te das cuenta por qué no pueden estar tristes?

Decidieron llevarlo a un lugar cerrado un tiempo y al regresar al lote de las cajas de madera:

"LAS CAJAS NO ESTABAN! Ahí sí que se nos vino el mundo abajo, nos desesperamos. 
Intentamos pensar alternativas, pedimos tránsito... La única solución viable que encontramos fue dejarlo en la vereda de una de las que lo medicaba (mi casa). Adentro no me dejaban tenerlo mis papás. 
El vete nos dijo que en esa etapa ya no era tan contagioso el moquillo, pero que seguía contagiando por las heces. Dormía en una cucha que tenemos en el hall y cada vez que iba a hacer caca a la vereda de los vecinos, lo levantaba para que ningún perro corriera riesgo de contagio. Fue la única solución que pudimos encontrar para poder seguir con su tratamiento, medicarlo en la calle (como cuando lo encontramos, pero esta vez no yendo hasta la Iglesia de Rodeo sino en la puerta de casa). Cada vez que íbamos al vete lo encontraba mejor del moquillo, pero se le habían bajado las defensas por eso tuvo sarna demodéxica y papilomas en el cuerpo (por lo que hubo que hacerle una microcirugía). No le faltaba una a Francis, pero vos le veías la cara y era impresionante lo bien que se veía: siempre con ganas de jugar, de correr, te daba lengüetazos... "

A Francis lo atropellan cuando ya estaba curado del moquillo. Y a pesar de todos los esfuerzos del vete, Francis muere.
"Tiene un final triste. Pero Francis fue un ejemplo de lucha y valentía ante esa enfermedad que se lleva a tantos perritos. A él no lo venció el moquillo, a él lo venció la calle."
Y yo pienso en ellas...en todas esas rutinas diarias, semana tras semana. En toda la fuerza y la esperanza enfocadas en Francis. En el esfuerzo, en la garra.  En la felicidad de verlo vencedor ante la enfermedad. 

Y en la tristeza.



No es Francis el ejemplo de lucha y valentía ante esta enfermedad, Francis era solo un reflejo del brillo del amor que recibía tal vez por primera vez en su vida. Francis estaría de acuerdo conmigo que a él, lo curó el amor. La lucha y la valentía que en verdad son un ejemplo, es de un pequeño grupo de muchachas de Rodeo que día  a día hacen estas cosas por cada Francis que encuentran abandonado.

Y no deben ponerse tristes por Francis, porque ellas no le fallaron.

Entonces agarro de la cola a este halo que me bailotea lleno de tristeza, me prendo a él en su regreso a Rodeo. Y al llegar,aunque no me puedan ver, las abrazo con fuerza a cada una de ellas. Las arrullo. Y seco esas lágrimas invisibles que bajan suavemente por esos corazones heridos por este recuerdo.

Me imagino que me  encuentro a Francis en ese recorrido invisible. Y que me sonríe. Porque él se ha quedado allí con ellas para siempre. Para siempre moviéndoles la cola.



miércoles, 20 de enero de 2016

Hoy me he robado a tu perra

No, ni siquiera he pisado tu propiedad, pero a juzgar por su apariencia, me imagino que aspecto tiene tu casa. Y la palabra que me viene a la cabeza es basurero.

La encontré vagando por las calles sin rumbo, con una pesada cadena alrededor del cuello todavía unida a un par de tablones podridos de los cuales salen unos enormes clavos oxidados, de lo que supongo fuera su casa.

Al encontrarla, no sólo supe que media ciudad la había ignorado, sino que entendí que había sido afortunada de no haberse enredado peligrosamente en algún lado con la “cruz” que arrastraba tras de si, hasta que el hambre o la sed la hubieran matado; ante la fría indiferencia de una sociedad que suele volverse sorda y ciega ante un animal necesitado, bueno, a menos que decidan pegarle un tiro por invadir su propiedad o “molestar” a sus niños.

El que sus costillas se marcaran claramente, el que sus orejas estuvieran asquerosamente sucias, el que su estado general fuera más bien lamentable, y que su pelo y sus ojos estuvieran apagados, eran pruebas claras de que no te la merecías. Pero por si acaso, pregunté si alguien había denunciado la desaparición de un perro (sin placa de identificación) con sus características, o si habían colocado carteles o anuncios de su pérdida en el periódico local, pero todo fue inútil… No lo hiciste; por lo que sólo puedo deducir que no la echas de menos.

Eso no es muy conveniente, ya que el hecho de que no esté esterilizada, ni vacunada, supongo, y de que probablemente esté infestada de parásitos, significa que devolverle la salud puede costarme una buena cantidad de dinero.Por otro lado, quizá sea un pequeño consuelo saber que ella no te echa de menos. De hecho, su propia fuga dejó claro que ya estaba harta de tus “cuidados”.


Le costó alrededor de un día darse cuenta de que yo no soy tú… y de que no le haré daño. Le llevó tan solo dos días darse cuenta de que los otros animales que viven aquí la aceptan, y pudo conocer uno de los placeres que hasta ahora tu le habías negado: la compañía de otros perros. Tardó tres días en apreciar el éxtasis de una buena comida casera y en aprender que los sofás son para echarse encima, y que ya no tendría que dormir a la intemperie…

Ahora tiene un nombre bonito. Ya después de una semana empezó a tener el aspecto que debería: le brillan los ojos, y ha aprendido a mover la cola en señal de saludo. Ha dejado de encogerse cuando hago algún movimiento brusco, porque sabe que no le voy a pegar… de hecho, casi nunca se aparta de mi lado.

Incluso ha recuperado su autoestima, y se ha vuelto tan valiente que ya se ha atrevido a ladrarle a uno de los gatos… y hoy la he visto por la ventana animando a los otros perros a jugar. No. ¡Está claro que no te echa de menos!. Ni a ti, ni a su vida confinada en solitario y a una cadena.

De todas las enseñanzas que me ha dejado mi breve relación con su naturaleza benévola (la de todo aquel perro después de ser adoptado) es su increíble capacidad para curar viejas heridas y aprender de nuevo a confiar. ¡No cabe duda que el amor hace milagros!

¡Que estúpido eres!. Es posible que ella fuera el ser más cariñoso, leal y fiel de tu vida, y tú le condenaste a una existencia de miseria y soledad… hasta que tomó la mejor decisión que se le podía ocurrir y se escapó. Quizá su ángel de la guarda la ayudó.

Y para que nadie me tome a mí por un ángel, confesaré que aspiro a poder ser tan bueno como ella algún día. Ella te ha perdonado en menos de veinticuatro horas de su nueva vida, por los cerca de cuatro años de maltrato miserable que le diste, mientras yo aún me debato en un estira y afloja con esa parte de mí que espera que un día te pudras en el infierno.

Aún no está claro si se va a quedar aquí, o si le buscaré un buen hogar donde reciba una atención más “personalizada” de la que yo puedo darle, pero una cosa es segura, esta “propiedad” robada nunca va a volver a tus manos.

Así que ya puedes demandarme, perseguirme o repetir ante el Juez que “te pertenece” legalmente… Estoy convencido que éste ha sido el mejor delito que he cometido nunca. Pocas cosas me han hecho más feliz que robarte a tu perra. Sólo tengo que ver sus preciosos ojos marrones para saber que ella defendería mi decisión con su vida. Sólo rezo para que no se te ocurra sustituirla.

Y si hay un día especial que podemos celebrar juntos, es el día en que te robé a tu perra, que es el día en que ella  me robó el corazón.

Copyright Jim Willis 2002



viernes, 23 de enero de 2015

Diana...

Bella Diana
La mirada clara de Diana la antecede. Es transparente como percibís que es ella. La ves por primera vez y te da la sensación que la conocés de toda la vida. Es una mujer menuda y de hablar agradable, y te contagia una especie de optimismo que es como agua bendita cuando estás inmersa en un contexto de tanto maltrato, abandono y dolor. Cuando contactás con Diana, las cosas te parecen más fáciles.

La mirada oscura de Moisés Gusi habla a los gritos. Te cuenta que solo desea morir y que el tormento vestido de gusanos pestilentes ya es insoportable. Es un perro callejero como tantos que un dia resultó herido en la cabeza. Solitario e ignorado, Moisés Gusi continuó con su rutina de deambular sin rumbo sin percatarse que aquel golpe seco, que ni sabe cómo ocurrió, lo estaba llevando a la muerte.

Diana reparte su vida entre registrar las actividades protectoras de otras personas y llevarlas a otro nivel a través de la pantalla, y en rescatar ella por su cuenta. La imagino una señora muy ocupada, trajinando de aquí para allá, pensando en su próximo programa, buscando quien la lleve para entregar otro perrito más en adopción un poco lejos, mirando con ojo clínico  a su alrededor para detectar maltrato.

Los gusanos de Moisés Gusi
Moisés Gusi va cayendo cada vez más al abismo de la muerte sin esperanzas. Su cabeza herida se convierte en un dolor insoportable y ya ni hambre tiene. Está en shock, debajo de un puente, intentando dormir para siempre.

Pero llega Javier, un patrullero de Guaymallén. Y no señor, no sigue de largo. Javier hace una llamada. 

La mirada clara y la mirada oscura están ahora frente a frente. Una que quiere morir, otra que emana optimismo. Una que no entiende nada de nada, otra que tiene la llave de un futuro impensado. Y que dictamina sin más ni más, que todavia la hora no ha llegado.

Dice Diana:  Moisés Gusi "me llegó".  ¿Alguien podría dudarlo? ¿Alguien se animaría a contradecir a Diana? Especialmente porque te lo dice después de haber estado codo a codo con un vete, sacando de a uno, cada gusano mortal de la cabeza de un perrito. Un perrito de mirada oscura, de mirada color muerte.
Sacando gusanos

Nos cuenta también que está sola en este caso. Y eso te estremece. Porque sabés que no está sola,  que vos estás con ella. Que muchos la van a acompañar. Porque ya sea donando, difundiendo o comprando medicamentos, vas a estar ahi, porque te dan ganas de ser un soldado de Diana.

Moisés Gusi no se resiste, siente que lo suyo es dejarse ir...y morir. Ya no importan esos movimientos suaves que siente que su cabeza, ya no importa nada.

Pero él le ha llegado a Diana, y ni el mismo infierno va a impedir que sobreviva. Diana seguramente nunca lo ha visto de este modo. Es que esta clase especial de personas no se dan cuenta nunca de los alcances de su magia ni de la huella que dejan sin pensar. De cómo muchos las observamos, de cómo nos dan lecciones de vida. De cómo acarician, a la distancia, a nuestro propio corazón.

Asi es que en poco más de una semana, Moisés Gusi está rodeado de madrinas y padrinos, y su recuperación en tan poco días, es un hecho más grande que una casa. Y te encontrás con esta foto tan hermosa.


Moisés Gusi en plena recuperación. 

Y en un primer plano, la sonrisa de Diana Starkman.

Diana...


Nota: en su programa, Diana cuenta sobre Moisés Gusi. No te lo pierdas



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sábado, 27 de diciembre de 2014

Amigarse con la Idea

Hace unos días Miriam me mandó un mensaje para contarme que tenían una hembra con su cría en peligro en la calle. La dueña la había sacado a parir afuera, y así lo hizo la madraza, pariendo en una acequia.

No se las iba a hacer fácil esta madre a Miriam y a su amiga. Y eso quedó claro desde el primer momento. La señora tenía a sus cachorros totalmente disciplinados y para variar, los defendía a capa y espada de todo extraño que intentara acercarse.

Madraza vigilando
Ni la cuchita que le improvisaron, ni el techito que le hicieron, ni la comida que con tanto gusto engullía, la convencieron a la señora y no se movió ni un ápice de su decisión: " A mis cachorros no los toca nadie"

Cuando le llevaban comida, de alguna manera "llamaba" a su lechigada, les acercaba el plato lejos de Miriam y su amiga,  y les "permitía" que comieran el alimento con una encrespada mirada hacia las protectoras que ya no sabían de qué manera trasmitirle sus intenciones amorosas. Cansada ya del asedio, hizo un traslado de la compañía hacia la otra esquina como para liberarse de intrusos de una vez por todas.

Esta cruza ovejero es leal a su dueña, que aunque la arrojó a la calle por estar preñada, no puede dejar de amar. Pero a los cachorros había que rescatarlos de cualquier manera. Una acequia puede ser un lugar mortal si llueve.

Así empezó la odisea. Esta mestiza no era una perra, era una leona. Y a ver donde estaba el guapo que se le animara. Primero lograron rescatar una cachorra enfermita, luego la segunda, luego la tercera...la cuarta fue otra historia. Empezó a caminar con desesperación por la ausencia de su prole y la pequeña la seguía llorando a su vez. La agarró de una patita y asi logró meterla otra vez en la acequia. Y Miriam cuenta que vió el fuego en esa mirada furibunda, vio una MADRE...defendiendo a los suyos, vió la VIDA expresándose con magnificencia. 

Y no lo puede olvidar.

Profunda soledad
Porque lograron el rescate de la cuarta cachorra, lograron ubicar a todos en bellos hogares. Pero Miriam siente aún esa mirada desolada y envuelta en la tristeza. De desesperación por la pérdida. Esa mirada vencida.

Y Miriam siente que no puede amigarse con la idea de haberla dejado sola, sin sus hijos.

Así es esta misión que abrazamos voluntariamente, así de agridulce y también ingrata. Todos sabemos que los cachorros hubieran muerto tarde o temprano en ese lugar. Pero muchas somos madres, y ese desgrarro lo podemos sentir en el alma.

Pero hay que amigarse con la idea, amiga querida, ofreciendo la pena por no poder hacer las cosas de una manera perfecta. Aceptando nuestra humanidad y los límites que vienen con ella. Abrazando la mirada amorosa con la que ella ahora te mira cuando te acercás a inyectarla o darle sus medicamentos. Y pensando que aunque ella no lo pueda comprender, le has salvado la vida a esas criaturas que ella defendía con todo su ser.

Cachorritos rescatados
Lidiamos a diario con esta dualidad, con esta sensación que incompletud que nos mata. Un rescate que llega tarde, cachorros demasiado vulnerables para sobrevivir, pérdidas porque estaban en la calle y no les conseguimos un hogar transitorio, enfermedades terminales que no lo hubieran sido si hubiéramos llegado antes.

Es el momento en que nos enfocamos en su opuesto, cuando pensamos que una sola vida salvada ya hace la diferencia, que la clave no está en superar nuestras propias capacidades sino en multiplicarnos, en ser cada día más personas rescatando animalitos. Como me gusta decir, en ser cada vez más las hormiguitas laboriosas e incansables, acarreando de a uno por vez pero en interminable fila.

Pero lo más importante sin duda, frente a la encrucijada, es tal vez lo más difícil y complejo. Frente a una solución incompleta...

Hay que amigarse con la idea.



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sábado, 28 de junio de 2014

La Foto Completa

Si hay algo a lo que estamos todos acostumbrados es a las fotos de perros que se ofrecen en adopción.
Las hay de todos los tamaños. Las hay borrosas y casi profesionales. Graciosas y muy tristes. Sencillas y elaboradas. Los mensajes que las acompañan son también variopintos. Generalmente son todos "urgentes" y el pedido de difusión es acuciante.

En la mayoría de los casos, las protectoras a cargo hablan con orgullo de la recuperación y de la hermosura en que se ha convertido. Y solo miran hacia adelante, hacia el soñado hogar definitivo.

Esta podría decirse que es una bonita foto de una perra más bonita aún. Es Esperanza, una grandota cruza con galgo que fué rescatada literalmente de la muerte y que ahora toma sol en su tránsito. Fotos como ésta ya he visto miles, y personalmente he sacado unos cientos.

Pero no es la foto completa. Es como un jardín sin la flor.

Dejame contarte la historia de Esperanza para que entiendas mi punto. Esperanza fue encontrada en el Parque de Descanso de Guaymallén arrastrando la mitad de su cuerpo. Aún así, cuando un guardia del lugar se le acercó, intentó huir desesperada, aterrorizada, a la rastra. Huir del maltrato a como diera lugar. El miedo de Esperanza era feroz. Tal vez mayor que sus deseos de vivir.

Romina junto a Cecilia y Marisa la llevaron de urgencia al vete. Allí se confirmaron las sospechas, su parásisis era producto de uno o varios golpes asestados cruelmente sobre este inocente animal. La médula estaba afectada. Para peor de males, la medicación le produjo una úlcera y ya no se le podría seguir administrando. Callejón sin salida para Esperanza. Momento para pensar en la eutanasia.


El problema es que Romina no entiende. Es terca y no entiende. Y Romina dice que cuando Esperanza la miró, le dijo que quería seguir viviendo. Entonces no dió más vueltas. Y le dijo no a la eutanasia. Y asi empezó de verdad esta historia de lucha. Una lucha de dos seres contra la muerte, un ser lleno de miedo y otro ser lleno de esperanza.

Empezó a darse de cruces contra obstáculos insalvables. Romina empezó a perder. Perdió a un compañero, perdió su ingreso a la Universidad, perdió dinero, perdió tranquilidad. Pero ya te dije lo terca que es esta joven mujer. Nada la movió ni un centímetro de su posición. Como que se hubiera quedado congelada mientras se miraban con la perrita y ésta le decía que no quería morir. Como que el Cosmos se movía alrededor de estos dos seres que parecían inmovilizados en tiempo y espacio. Como que ni eso las perturbaba en esta extraña relación que surge cuando un animal y una persona se comunican.

Me cuenta Romina que un día  llegó a casa sobrepasada por la desesperación. Con los brazos ya, casi caídos. Nada, ni una señal que le indicara que iba por el buen camino, que su decisión había sido la correcta. Me cuenta que llegó llorando a su casa. Y alli estaba Esperanza, quietita. Me cuenta Romina que de un instante a otro, la perrita empezó a mover su cola y lentamente...se incorporó. Como suspendida de un lazo mágico que le permitía pararse a pesar de su médula atrofiada. Y de inmediato, se desplomó sobre su manta.

¿ Cuál pensás que fue la interpretación de nuestra Romina ? ¡Que Esperanza le había vuelto a hablar!

En poco tiempo, Esperanza volvió a caminar. Su recuperación se hizo cada vez más tangible. Su destino de vivir había sido sellado por una muchacha terca que no entiende. Y hoy es una perrita totalmente normal, que está en su tránsito hasta ser adoptada.

Hace poco Romina fué a sacarle más fotos a la cruza con galgo. Y Esperanza escapó suavemente de su caricia, dejándose tocar solamente por los dueños de casa. Hace poco se le rompió el corazón a esta protectora.

La indignación se apoderó de ella y mezclada con un dolor puro casi absoluto, concluyó que Esperanza fue maltratada aún más de lo que se imaginó, que la historia de esta flaca debió haber sido infinitamente peor a lo pensado. Y tiene razón. Los perritos maltratados tienen otros tiempos, otros mecanismos, otras maneras para lograr confiar nuevamente en personas que no estén en contínuo contacto con ellos. Lo he visto.

Yo trato de consolarla a Romina como puedo. Pero es una mujer muy terca y no te cree cuando le decís que está equivocando el foco, que su misión ha sido tan grande, que la ha cumplido, que ha luchado contra la muerte en persona. Y que ha triunfado. Que Esperanza no la ha olvidado sino que está intentando ser normal como cualquier perruco sano y cuidado de este mundo.

A pesar del dolor, Romina sigue determinada en conseguirle un hogar. A mi me ha contagiado esa ilusión. Y ambas sabemos que eso no ocurre ni de la noche a la mañana, ni como por arte de magia. Que hay que trabajar en ello. Y que más temprano que tarde, ocurre. Llega el hogar que la estaba esperando sin saberlo.

Mientras tanto, yo tomo la foto que Romina editó, y la publico COMPLETA.

Mirala. No es la foto de un ser tomando solcito en el patio. En la foto hay dos seres. Aunque el Cosmos se mueve alrededor de ellos,  están inmovilizados en tiempo y espacio. Son dos seres que lucharon contra la muerte.

Un ser lleno de miedo y otro ser lleno de esperanza.





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domingo, 8 de junio de 2014

Me llamo NO


Me llamo Viejo.
Casi no me muevo. Casi no veo. Algunos días ni hambre tengo. Solo miro echado a mi familia ir y venir. Les muevo mi cola cuando pasan cerca, pero casi ni se nota. 
Tengo olor a pis.  No es que esté enfermo...son los años. Los niños de la casa son adultos ya, mis compañeros de juegos, mis cachorros a proteger. Todo ha pasado tan rápido...
Ellos dicen que no quieren verme sufrir asi. 
Me van a dormir.
Me llamo Viejo. Me llamo NO. 



Me llamo Enfermo.
Dicen nombres tan raros que ya ni se lo que tengo. Al principio me prestaban mucha atención. Me hacían masajes, me llevaban al vete, comía esos ricos bollitos de carne molida con algo duro adentro. Hablan mucho de mi últimamente. Hay gente que les dice que hay otras posibilidades, que no todo está perdido , que soy un perro joven. Pero ellos dicen que no quieren verme sufrir así.
Me van a dormir.
Me llamo Enfermo. Me llamo NO


Me llamo Herido
Con esa inocencia que me caracteriza al cruzar la calle, no vi el automóvil que se acercaba, y me atropelló. Una vecina dió el aviso y mi familia corrió a socorrerme. El vete puso mala cara al verme, les dijo que no iba a volver a caminar si me amputaba esas dos patas heridas. Ya de regreso a casa, la pequeña de la familia subió las escaleras llorando. Estaban hablando de mi.
Ellos dicen que no quieren verme sufrir asi
Me van a dormir.
Me llamo Herido. Me llamo NO



Me llamo Abandonado
Yo tenía mi hogar hasta que dejé de caminar. Nadie se dió cuenta lo que me estaba pasando. Y yo nunca quise preocupar. Lo peor ocurrió cuando no pude controlar más a mis esfínteres. Es algo muy malo eso, porque un día, ni se cómo, quedé tirado en medio de un baldío. Lleno de miedo y frio. Sin poder moverme. 
Ellos no podían verme sufrir asi.
Alguien me ha encontrado.Y me llevan.
Me van a dormir.
Me llamo Abandonado. Me llamo NO



Me llamo Callejero.
Siempre viví de aquí para allá. Sobreviviendo como un valiente. Con otros compañeros de ruta como yo.
Hasta que ya no pude volver a caminar. Me arrastro con bastante destreza y asi, sigo sobreviviendo, pero mis escaras duelen, se infectan, y cada día me siento peor. Apenas tengo tres años. No quiero que nadie me vea. Porque van a decir, que no asi no se puede vivir.
Me van a dormir.
Me llamo Callejero. Me llamo NO





NO  a la vida. NO a la esperanza.  NO a la piedad. NO al amor.
NO.
No tenemos opción. Vamos a morir. Todos lloran...mientras el vete nos aplica la eutanasia a pesar que tenemos todas las posibilidades de continuar con nuestra vida, asumiendo apenas, un poco más de cuidados. Si tan sólo supieran...si averiguaran, si pidieran otra opinión, si avisaran a alguien antes de hacerlo...




Cada día la Vida le arrebata perros a la eutanasia. La Vida empieza en nuestra mente, mostrándonos las posibilidades que existen en la actualidad. Continúa por nuestro corazón, gritándonos que eso no, no señor, eso no está bien. Se adueña de nuestro espíritu que quiere ser parte de esta nueva movida. Sacude a nuestro cuerpo que se pone en acción para hacerla realidad. 

Cada día en nombre de la Vida, ganamos una batalla. 

Un perrito arrebatado de esas garras: Una batalla.

Informarse, difundir, ofrecerse a cuidarlos, adoptarlos, colaborar económicamente...son las armas con las que contamos. Pero son pocas. Y difíciles de encontrar.

Estamos determinados y ni siquiera la soledad nos puede vencer. Pero no tiene por qué ser tan dificil. Tal vez nunca lo pensaste, pero tu aporte, tu involucramiento, puede significar nada más ni nada menos que una nueva batalla ganada.

Cambiales el nombre. Rompelo en mil pedazos. Volalo por los aires. BORRÁ EL NO.

Acompañanos.

Decí SÍ.